El cuerpo humano necesita elevadas cantidades de determinados minerales, sólo cantidades ínfimas de otros y ninguna de muchos otros. Así, sólo se necesitan unos pocos miligramos de zinc, mientras que el calcio es necesario en cantidades de unos 800 mg. La dosis necesaria de cada uno de ellos y la cantidad presente en el organismo no están necesariamente en relación directa con la importancia que revisten para la salud.
Los minerales que son esenciales para la salud, en cantidades relativamente elevadas, sulen llamarse macrominerales; entre ellos destacan el calcio, fósforo, potasio, sodio, cloro, magnesio y azufre. En cambio, los minerales presentes en el organismo en cantidades infinitesimales representan menos de una centésima de 1% del peso corporal. Mientras que algunos de ellos no parecen desempeñar ningún papel trascendental, otros pueden resultar peligrosos si su presencia excede determinado nivel. Muchos de ellos son, in embargo, igual de esenciales que los macrominerales para la salud y se necesitan en pequeñas aunque críticas cantidades (a veces unos pocos microgramos bastan). Entre los minerales infinitesimales esenciales se cuenta el hierro, el zinc, el cobre, el manganeso, el yodo, el molibdeno, el colbalto, el cromo, el flúor, el silicio, el vanadio, el níquel y el estaño.
Los minerales forman el 4% del cuerpo humano. Otros cuatro elementos naturales (oxígeno, nitrógeno, carbono e hidrógeno) forman el 96% restante. La falta de tan sólo uno de ellos haría la existencia inviable.
La fuente natural de los minerales se halla en los alimentos; es importante saber, pues, qué es lo que se come y cúales son las necesidades individuales en minerales: Cientos de alimentos son buenas fuentes de minerales, otros no. El problema reside en que la alimentación moderna y refinada incluye cada vez menos minerales de los que se necesitan y más de los que no sirven en absoluto.
Ciertas enfermedades provienen de carencias graves de algunos minerales p. e. yodo en el bocio, hierro en la anemia ferropénica, casi siempre como resultado de malnutrición manifiesta. La inmunidad a ciertas enfermedades puede depender en gran medida de los minerales, puesto que el organimo experimenta cambios notables en la cantidad de magnesio, hierro, cobre, zinc y fósforo en la sangre durante los ataques infecciosos.